domingo, 20 de mayo de 2007

L'amour dure trois ans...

Dicen que el amor dura tres años… Creo que es el título de un libro que una vez leí. Lo debo tener por casa…pero la única persona que me importa me sea fiel (la mujer que limpia mi estudio, mete mis braguitas en la cómoda y me riñe si en la semana no he regado las plantas ) ordenó hace poco los libros de una extraña manera y no lo acabo de encontrar…me ha hecho un favor, porque ahora cada vez que busco algo acabo encontrando libros que ni recordaba y se me llena la cara de sonrisas desmemoriadas.
Hay muchas versiones de ésta terna. ¿Tres años? Yo creo que el amor dura tres. Tres días si es sexo desenfrenado sin otra pretensión..quién no ha vivido ese jueves salimos de cine-cena-copa con final de revolcón …y quedamos el sábado que acaba en domingo tras la siesta, merienda y sexo lento y pausado …Tres semanas si te asalta la duda tras los tres días…y te vas llamando, enviando mensajes ..sonriendo bobaliconamente….y un día abres un ojo por la mañana, lo ves a tu lado y dices eso de ‘’éste no es’’ ..y para entenderte (porque no te entiendes ni tú) repasas la larga lista de defectos que le has visto en tres semanas : solo lee Stephen King, no sabe cocinar, guarda un LP de Rocío Durcal … cualquier memez sirve … A veces llegas a los tres años porque él se levanta antes por la mañana y a ti no te da tiempo de abrir primero el ojo y pensar ‘’éste no es’’…. Yo me he comprado un despertador por si acaso…que me gusta mucho dormir…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que tendré que fundar un club de fans de tú blog… aunque sea en secreto.

Endorfinas. A ese nombre responden las “hormonas del amor” (bueno, es un decir, carecen de capacidad de comunicación y ni se giran cuando las llamas ni mucho menos entablan comunicación).

Recuerdo que antes establecían en cuatro años el tiempo de su caducidad, ahora dicen que son tres. Corren “malos tiempos para el amor” (esto me recuerda el titulo de una canción, ¿era de Massiel?).

El amor, la convivencia, ufff, cosa complicada, supongo que son suma de mucha endorfina y tolerancia. Que no es sólo con quien te acuestas, sino con quien te levantas. Quizás sean las culpables, estás hormonas (en su presencia o ausencia), de que al abrir ese ojo madrugador que fusiona por unos instante del mundo de Morfeo, la realidad recien-amanecida y las legañas, y ver el reguero de babitas del amado que duerme plácidamente con la boca abierta, te hagan gracia y lo encuentres tierno, o sea una repugnancia, una de tantas otras cosas, que no, que no, que yo no sé lo que le vi. Entonces viene la tolerancia con su umbral y te ayuda a decidir si vas a la relojería por un despertador o a la farmacia por más endorfinas (o pastillas para dormir en su defecto).

Saludos

P.D. Felicito esa iniciativa de nuevo orden relativo en tus libros, nada como el caos para que se encuentren tu yo actual y tu yo pasado.